Soy las mujeres que me habitan*

Eve Alcalá G.

Agosto, 2021.

Soy mis canas
que son vida,
que son Socorro.

Soy olor café de olla y té limón,
a tortilla quemada,
olores que son apapacho,
que son cuido,
que son mi abuela.

Soco, mi madre hasta los 11 años
mujer de cuerpo robusto,
pies grandes, nariz ancha,
melena blanca como las nubes, de ella vengo.

Soy esas mandas y viajes en tren
para llegar a la Virgen de Juquila,
y a la Virgen de la Salud en Pátzcuaro
soy ese baile para llegar a ella,
un paso adelante, dos atrás
¡No hagas trampa! decían mis abues.

Soy esos viajes llenos de corundas,
atole de guayaba, risa, espiritualidad,
riachuelos, cascadas,
fe, esperanza.

Soy esos pies de memela,
con dedos gordos y cortos,
ahora sé que son funcionales,
pies que aprenden movimientos particulares
para nadar como mariposa, sa también soy

Soy Ari, mi mamá.

Ari, quien perdió el miedo a respirar bajo el agua
a sus 56 años,
la que hace de la alberca y del mar su lugar favorito,
santuario, espacio sagrado, lo que la sana.

Mi amá,
mujer y amiga de la que siempre aprendo sobre sanar.
Ella me hizo comprender que mi felicidad
nunca debe depender del deseo ajeno.

Soy la que abraza la locura,
la ansiedad, los trastornos,
la esquizofrenia, el TOC,
la personalidad límite, la depresión.

Soy Ari, soy Fer, soy Chuchita, soy Soco,
soy Desiree, soy Elsa, soy Alexia, Abi, Ili,
soy Anaid.

Soy todas ellas,
las que sabemos que en la sombras,no hay nada malo.
Soy la que pese a todo,
se quiere bien abierta
no rota, abierta
para abrazar la vida,
la mía, la de ellas.

Soy esas brujas que ahora habitan en un monte
a las afueras de Morelia.
Mis mujeres curanderas
las que me enseñan sobre la importancia
de darse tiempo para doler-se,
habitar-se, sentir-se
a salir de la cabeza
a saber que lo espiritual es político.

Soy Perla, Sofía, Nantzi.

Gracias a ustedes me doy el tiempo,
el espacio para pausar y, mirarme, escucharme
con más atención, con cariño, con compasión.

Somos fuego, tierra, viento, agua,
somos.

Soy la que le da más cabida a la intuición,
la que se pregunta ¿qué nutre mi cuerpo?
una canción, un caldito de hongos,
los libros ilustrados, un pimiento morrón,
el canto de los pájaros por la mañana,
el sol de otoño en mis nalgas,
el maíz, el cacao,
respirar.

Soy todas las mujeres que me ayudaron a creer en mi potencia y fortaleza.

Soy ese cuerpo que se fortalece,
que juega y se mueve como escorpión,
gorila, gato, lagarto.

Soy movimiento contínuo,
gracias Ximena, Maggie, Daniela, Ari.

Soy todas esas mujeres que saben que el deporte
es un amor para toda la vida.

Soy André, Diana, Eloisa,
soy es practicante narrativa que encuentra en la palabra,
y en el dar oreja-corazona la cura,
para contarnos otra historia
de nosotras, con las otras.

Soy un caracol que se canta
somos los relatos que nos contamos.

Soy todas ellas,
las que con sus cuidos, sus saberes,
y su forma de caminar y mirar
el mundo hacen de éste
uno que vale la alegría de ser vivido.

Las mujeres de mi vida,
mis mujeres, amorosas
mujeres libres.

Las mujeres de mi vida,
mis mujeres, amorosas
mujeres libres.

¡Póngase chingona!
dice mi madre
¡Chillona y chingona!
yo le digo.

*Este texto fue creado, sentido, escrito y leído en el poderoso taller “Territorios poéticos desde la memoria corporal” facilitado por una par de mujeres sensibles y con el corazón bien abierto, gracias Nicté Ziüg y Mitzi Olta an.

Gratitud infinita a mi querida Nic, por editarme y leerme en voz alta. Por ser parte de las mujeres de mi vida.